2019 - Helter Skelter, Franconia, D
Esa fue de esas tardes que dejan un rastro de hierro de Miwaukee en los famosos vinos de Wurtzburg junto a un regusto a goma en el paladar. El camino hasta la fiesta previa de Helter Skelter discurría entre viñedos bien cuidados, como la última vez. La primera oleada de monturas artístcamente modificadas equivocó, como ya es tradición, la salida correcta hacia el lugar, a pesar de que los organizadores habían planeado meticulosamente la ruta, pero necesitaron dos horas para cubrir 30 kilómetros.
Finalmente, unas 60 máquinas
estaban aparcadas a buen recaudo y comenzaron con el cachondeo y el desmadre con una deslumbrante barbacoa, relucientes cervezas frías y grupos de viejos y nuevos amigos.
Al cabo de un rato llegó el inevitable ocaso. Todo aquel -o aquella- que estuvo el año pasado aún tiene el Broom pot pot de muchas pulgadas cúbicas resonando en sus oídos, y antes de que puedas decir 'pistón' había nacido una nueva tradición. Justo en la puesta del sol todos los motores arrancan a la vida. Un momento vibrante. Los rumores de árboles perdiendo las hojas o inocentes ciervos encaramándose a esos mismos árboles son definitivamente inciertos.
Y con el motor ya en marcha,
con el aceite circulando por las líneas de lubricaciíon, el filtro, el depósito y todo el circuito, ¿porqué no hacer unas quemaditas de goma? Una idea que muchos no pudieron quitarse de la cabeza. Con fiera resolución e inquebrantable voluntad de destruir muchos de los neumáticos presentes, fundieron hasta el flanco sus ruedas. Incluso un Panhead llegó a meter la tercera, y el tipo de una Goldwing, dispuesto a no ser superado, frió su rueda hasta la llanta.
Suponemos que la humareda se habrá disipado para el año que viene, y que la fauna local tendrá el sentido común de irse a las montañas del Rhön el fin de semana.
Antes de que se nos olvide: Gracias a Bernard (W&W Gladbeck) por esas pegatinas tan guapas y el cartel de bienvenida.