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Wrecking Crew Diaries
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2008 Canada, Northwest Territories - The Other End of the Road
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Parte 6 - Travesía por el río con pequeños obstáculos

Parte 6 - Travesía por el río con pequeños obstáculos

Acá se puede manejar bien, especialmente ahora que descubrimos que manejar sin casco es mucho mejor. La máscara de neopreno para tapar el cuello y la boca, la gorra de lana y la capucha de la parka encima. ¿Gafas? No. Sea cristal doble o ventilado, la diferencia de temperatura es demasiado grande y las gafas se empañan enseguida. Otra vez es la hora de la parka Canada Goose Resolute: gracias al efecto túnel de la capucha y su borde de piel de coyote, el frío se queda afuera – por lo menos casi todo. El aliento, la humedad, la temperatura forman cristales de hielo en el interior de la capucha. Ahí fusionan con otros cristales y se quedan en las partes con cabello. Las cuales son – aparte de la barba – las cejas y pestañas. Se acumula tanto hielo hasta que de pronto los ojos están congelados. Pero esto es todavía mejor que gafas empañadas. Conducir sobre el hielo no presenta mayores problemas – pero guiar la panhead con cada milla, o mejor dicho con cada grado de frío, resulta más difícil. Como si alguien hubiera sustiuido la grasa por chicle. Solamente la panhead está afectada. ¿Por qué no la shovelhead también?

Un poco de reflexión revela: La panhead tiene los cojinetes clásicos, o sea verdaderas bolas que necesitan mucha grasa. Mucha grasa significa mucha masa espesa y sólida. Un verdadero problema cuando tu rueda delantera se desliza dentro de una de las grietas en el hielo. Pero los wreckers son conductores expertos. Conocen sus caballos y recorren las millas como si estuvieran conduciendo sobre una autopista alemana. Lo cual es bastante cercano a la realidad: 30 metros de anchura, 4 pistas, el tráfico, prácticamente nulo. A veces un pick up, o un camión transportando gasolina o alimentos. Subimos por el río Mackenzie. Los árboles son cada vez más altos, las orillas crecen – pero antes de que nos invada esa sensación de un viaje invernal por la Selva Negra, un puerto aparece en el horizonte. O lo que queda de un puerto en el invierno ártico: barcos. Cementados en el hielo. Y conduciendo entre los barcos: la Wrecking Crew con sus big twins. Esto significa también que estamos cerca de Inuvik. Y cerca de nuestra útlima parada en la Ruta del Hielo. Un par de fotos, un poco de gasolina y, un poco de aceite: la panehad de Peter gotea. No mucho, pero gotea. Cuando intentamos recoger el aceite, otra vez notamos el frío que hace: cuando cae al suelo, la gota de aceite se ha convertido en un caramelo de regaliz. Y es tan duro que necesitamos una navaja para quitarlo del hielo.

Hay otra experiencia que hacemos en esta parada: incluso después de dos horas sobre el hielo, el motor, la bomba de aceite y el escape pueden tocarse con las manos desnudas – apenas están precalentadas. ¿Calentarse las manos? Mejor utilizar los guantes. De vuelta al problema del aceite. Regresar al garaje sería una buena idea. Allí descubrimos que la caja de balancines es la culpable. La junta de corcho parece contraerse con el frío. ¿Pero quién se atrevería a hacerle reproches teniendo en cuenta que afuera hacen 35 grados bajo cero? Nuestra misión todavía no está cumplida. Queremos llegar un poco más al sur, al Dempster Highway, rumbo a la ciudad de Dawson. Antes de poder hacerlo necesitamos comprar un poco de silicona. Pero falta una última noche en el camino. La pasamos con unos pedazos de carne, unas cervezas de la marca local y dulces sueños.

El desayuno es a las 7 am, nos alistamos, guardamos todo dentro del camión de soporte y fijamos la caja de balancines con silicona. Por último, montamos los tanques. Estamos listos para partir. Un último recorrido por Inuvik para cerrrar el capítulo “Ruta del Hielo”. Estuvimos en el otro extremo del mundo, estuvimos congelados, impresionados, emputados, atornillando, tomando fotos, haciendo videos. Y va a ser díficil transmitir esta experiencia a quienes no estuvieron aquí. El frío tremendo, la luz pura, el paisaje infinito, la gente amable, los momentos curiosos. Los vamos a extrañar. Quizás dentro de algunas semanas, quizás muy pronto, quizás cuando bajemos por el Dempster Highway, cruzando los Richardson Mountains hacia el sur. Pero siempre habrá un Otro extremo de la Ruta en algún lugar del planeta.