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Parte 6 - Fatal charco de aceite y giro afortunado (Bajo Caracoles - Tres Lagos)

Parte 6 - Fatal charco de aceite y giro afortunado (Bajo Caracoles - Tres Lagos)

La Ruta nos llama. Pensamos hacer 230 kilómetros hoy. Solo hacemos 50. En un resbalón la rueda trasera de Tommy se queda atascada. Bajo la caja cambios un charco de aceite. ¡No tiene buena pinta, hombre! Por acción divina, un pick up se acerca. Dos escaladores alemanes que conocimos en la posada remolcan el Pan averiado de vuelta a Bajo Caracoles. En un taller de neumáticos descubrimos que el cárter de la transmisión se ha partido de arriba abajo, justo por el eje principal. Bonito material para las „fotos de acción“, pero un serio retraso para los jinetes de la Patagonia. Con el teléfono organizamos el “cambio” de la caja de cambios, que será enviada desde Alemania a El Calafate. Por un buen puñado de dólares Tommy y el Pan se van en camión a El Calafate.

Los otros se levantan temprano, cargan las motos y vuelven a la ruta 40. Es la misma perra de antes: manejable por un par de metros y después vuelve a su estado catastrófico. Volker avanza para tomar fotos. Pero no habrá fotos: pierde el control entre la grava profunda y se la pega. Los daños no son graves: intermitente izquierdo roto y el depósito de gasolina con algunas marcas no deseadas. Tras un cigarrito y algunas respiraciones a fondo, Volker se calma lo suficiente como para continuar.

Vamos a pasar la noche en Las Tunas, que se supone que queda junto a la carretera, lo cual significa en realidad 28 kilómetros de pista asquerosa. Cada metro es peor que el anterior. Una casa junto al Lago Cardiel verde esmeralda. Sobrecogedoramente tranquilo. El olor embriagador del tomillo patagónico. Un viejo gaucho está ocupado bajo un Chevy del 51 pickup, de paso arreglará una alforja de Joe. Esto parece un sueño. Aquí viene la cena: Champán, sopa de calabaza y filete empanado con berenjena asada. Para olvidar el desierto tomamos sorbete de limón y café. Nos deslizamos en nuestras fragantes camas siendo los hombres más felices de la tierra.

Pero hasta los mejores sueños acaban. Tenemos que volver con nuestras vieja amiga la Ruta 40 de nuevo. A nuestras motos no les preocupan ya los ataques de la gravilla. Joe pierde una tuerca de un vástago, pero la encontramos y la colocamos de nuevo. 140 kilómetros después llegamos a Tres Lagos, o lo que es lo mismo „toneladas de grava después“. Hacemos otros quince kilómetros para tener una estancia decente en „La Marguetita“. Fabio, su propietario, está encantado de vernos y nosotros muy sorprendidos de ver su colección de maquinaria antigua criando roña en su patio trasero. Entre otras muchas cosas encontramos un REO Speedwagon original, que trajo a su predecesor a la granja desde Buenos Aires hace setenta años.