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Wrecking Crew Diaries
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2016 USA, Cannonball Century Race - Aventuras en una máuina del tiempo

2016 USA, Cannonball Century Race - Aventuras en una máuina del tiempo

Después de que los parches de nuestros pantalones dejen de vibrar, es tiempo de mirar atrás, a los casi 5.300 kilómetros de la Motorcycle Cannonball Race del siglo, que acaba de terminar.

Ya es bastante duro hacer largas distancias en un chopper rígido, pasar noches heladas en endebles tiendas de campaña, o rodar en óvalos de tierra en trackers rígidos buscando los límites de sus gomas de tacos. Pero lo que Paul, nuestro hombre, ha hecho en su centenaria Harley de 1915 es un caso aparte.

¿Quien y porque?

¿Porqué querría alguien cruzarse los Estados Unidos, sus 5.317 Km en una moto que ha vivido casi 100 años? ¿Y porqué Paul haría algo así? Sencillo: Le invitaron. Cada dos años, una pequeña comunidad de cerca de cien amantes de las motos antiguas se concentran para volver a hacer lo que hizo un hombre en su momento: escribir la historia del motociclismo. En 1914 Erwin George Baker cruzó los Estados Unidos en su moto durante once días desde San Diego hasta Nueva York. Fue una hazaña increíble en su momento y sólo uno de los récords que le valieron el sobrenombre de Cannonball.

Este año se ha invertido el sentido del recorrido, saliendo de Atlantic City y terminando en Carlsbad, California. También hubo más tiempo para cubrir esa distancia, teniendo los corredores 15 días de carretera y uno de descanso en medio. Era casi cómodo, comparado con los 11 días de Cannonball Baker. O eso parecía al principio.

No hay vuelta atrás

La salida de Atlantic City parecía una congregación de coleccionistas de motos muy de época. O también como un concurso de elegancia después de una multimillonaria subasta de motos legendarias. Al menos 100 motos con al menos 100 años. Máquinas y marcas que con suerte encuentras en un museo de la moto. ¿Y esos tíos quieren cruzarse la masa de tierra norteamericana en esas frágiles bellezas? Ahí se encontraban marcas como Henderson, Indian, Sunbeam, Reading Standard, BSA, Norton, Matchless o Warrick. Con nuestra Harley-Davidson modelo 11F de 1915 estábamos casi perdidos entre las otras 17 que estaban formando alineadas. Sólo esto era ya increíble. La más veterana era una Rex de 1904.

Pero todos sabían por qué estaban allí. Eso pensaban. Nuestro piloto, Paul, construyó a mano su montura. Comenzando por un motor de 1915 que acumulaba polvo en nuestras oficinas desde los años 80 esperando su resurrección y un chasis que tenía en su cobertizo, comenzó a construirla en serio cuando encontró la invitación de la Cannonball en su buzón. 18 meses de trabajo, unas pruebas en carretera y la moto con el dorsal #106 estaba preparada para echarse a la ruta.

Problemas

Los primeros 243 kilómetros fueron como la seda. Por la tarde, la #106 tuvo su mantenimiento habitual, nivel de aceite al máximo y grasa en todas las juntas y cadena. Parecía que iba a ser un paseo por el parque. Por la mañana, se le hizo un rápido repaso y a correr. El vehículo de mantenimiento tuvo que tomar otro camino, para no hacer asistencia en ruta, algo que está prohibido por el reglamento. Después de todo es una carrera de motos, no un concurso de asistencias.

Así que Paul estaba rodando en solitario tranquilamente por el paisaje americano cuando su cerebro detectó un cambio en el ronroneo de su motor. Paró junto al arcén, inspeccionó la distribución al aire de su motor y detectó un retén de muelle de válvulas roto en la válvula de admisión del cilindro trasero. ¿Y ahora qué? Paul estuvo en Cuba un par de veces y aprendió una valiosa lección: improvisar es mucho mejor que esperar. Una arandela grande de la caja de herramientas haría la función, y con unas pequeñas modificaciones hizo de retén de repuesto. Paul estaba de nuevo en el juego y finalmente llegó a la meta y a tiempo. Un respeto.

Shake, rattle and roll

Pudimos reparar el retén de muelle con la ayuda del número #26, Thomas Trapp, que tenía una de recambio en su caja. Pero la moto aún no estaba bien, como Paul descubrió la mañana siguiente, y abandonó la etapa para reparar convenientemente su renqueante motor antes de que se autodestruyese por completo. No habrá puntos hoy, pero tenemos una moto que peleará un día más.

Se podía apreciar lo rápido que podía llegar la catástrofe cada tarde cuando los camiones grúa llegaban con las máquinas rotas. Uno tuvo especial mala suerte y una fuga de combustible del depósito se prendió y toda la moto ardió por completo.

La suerte de la #106 fue mejor, pero la avería del muelle de válvula iba a ser un avance de lo que iba a pasar. Las válvulas se rompían como si nada, pero no era tan malo como la moto que perforó un cilindro, pero nosotros estábamos ocupados reparando válvulas a diario. Un problema mayor fue la rotura del soporte del cambio del depósito. Sin la soldadura apropiada, usamos soldadura fría a la desesperada. Y funcionó. ¡Vámonos!

El miedo

Pero o fueron sólo los imponderables técnicos lo que debían superar los pilotos. También hubo preocupaciones como el calor brutal de más de 40 grados, lluvias torrenciales, tormentas de arena, interminables rectas que te atontan, gasolineras tan lejanas que sólo los bidones auxiliares evitaron que se quedasen tirados en medio de la nada. Incluso para veteranos como Paul, esto no era un paseo. Para empeorar las cosas, la carrera se celebra en carretera abierta. No todos los camioneros con prisa saben apreciar la rareza de una moto de 100 años, no en una larga pendiente, ni con seis carriles, ni en los semáforos. Vale, es cierto que el tiempo era el mismo que tuvo Erwin Baker, y había tráfico (bueno, un poco) pero los semáforos eran algo desconocido entonces y los fabricantes no podían preveer que sus motos zascandilearían por ahí cien años después. El calor mata los motores, especialmente sin brisa que lo disipe. No es sorprendente que algunos pilotos desarrollasen de golpe una ceguera entre rojo y verde y dejasen el rojo para el de detrás.

Los chicos no lloran

Si, como Paul, has cruzado la línea de meta con tu Harley de 1915 tras 15 días en los riñones y has vivido una acogida tan emotiva con equipos de fiesta, fans y amigos; no sólo has escrito 3.304 millas de historia del motociclismo. También sabes que se acabó. Se acabaron las carreteras secundarias de ensueño, paisajes monumentales, la camaradería y cooperación entre pilotos, los ratos de soledad. Se acabaron los nervios escuchando los ruidos emanados por el motor, las reparaciones de noche en lugares inhóspitos, se acabó esperar menos lluvia, menos calor, más semáforos en verde, un asiento más mullido. En breve, se acabó. La Motorcycle Cannonball Race of the Century se acabo. Se acabó, pero fue inolvidable.

La moto

La moto es una Harley-Davidson modelo 11F de 1915, con motor de 61 pulg. cu., potencia de 15 caballos de vapor y culatas (admisión sobre escape) IOE de última generación. El arranque es con un pedal de arranque especial y es la magneto la que genera las chispas.

Este fue el primer año en el que el cambio de 3 velocidades iba en su propia caja independiente. La cadena primaria tenía un embrague y el pedal de arranque era un estreno también. Un auténtico hito en la historia de Harley-Davidson, que marcó la transición de la bicicleta a una motocicleta de verdad. Aquí comienza la leyenda.

El piloto

Paul lleva en el mundo de las motos desde siempre, al menos hasta donde alcanza la memoria de los más veteranos de aquí. Su máquina es una Bobber Flathead ‘46 UL, lleva toda la vida recorriendo carreteras de todo tipo en una 1937 Knucklehead y unu JDH “Two Cam” de 1928, pero participar en la carrera Cannonball con un modelo 11F de 1915 será un reto duro de verdad, ¡sí señor!

Acerca del propio piloto:

  • Si tiene dos ruedas, se puede conducir.
  • Allá por la década de 1970, cuando era adolescente, empecé a “pedirle prestada” la motito a mi padre para recorrer los campos de Bavaria y desde entonces me muevo sobre dos ruedas. En 1980 compré mi primera Harley y en 1985 mi primera Harley antigua, una Big Twin Flathead de 1946 que encontré en Guatemala, Centroamérica.
  • Desde entonces me picó el mosquito del estilo vintage y las motos clásicas, y siempre he tenido y conducido viejos caballos de hierro de Milwaukee. Afortunadamente pude conciliar mi pasión y mi trabajo cuando entré a formar parte del equipo de W&W Cycles en 1989, una empresa que siempre había tenido un interés especial por las viejas Harleys. Junto a otros colegas, tuve la oportunidad de cruzar vastas extensiones de la Panamericana sobre Harleys antiguas durante los viajes que W&W organiza cada 4 o 5 años. En estos viajes recorrí caminos y carreteras desde los territorios del noroeste de Canadá a la sudamericana Tierra del Fuego.
  • En la Cannonball Race 2016 haré un recorrido distinto, de este a oeste del continente americano , y para una persona como yo aficionada a los caballos de hierro vintage, será un sueño hecho realidad, toda una hazaña sobre una máquina de un siglo de historia. ¡Menuda aventura junto a un montón de gente fantástica que también ha aceptado el desafío! Estoy deseando arrancar mi Harley de 1915 y ponerme en marcha.