2019 - Normandy Beach Race, Ouistreham, F
Los paisanos de Ouistreham están bastante acostumbrados al ruido de tanques y jeeps paseando por sus interminables playas, ya que los memoriales del desembarco del día D tienen lugar muy cerca, en la playa de Sword.
Este fin de semana, para variar, un buen puñado de pacíficos hot-rods y motos antiguas llegaron para emitir los braaam braam y blop blop de toda la vida. Incluso nuestro Paul con su FL Knucklehead del 41 se dejó elalma para elevar el nivel de decibelios.
Es "magnifique" que nuestros amigos
franceses hayan convencido a Monsieur Le Maire (alcalde de la ciudad) para que permita esta carrera con vehículos clásicos y vintage en su playa. Para este primer evento nos dieron prioridad de paso y montaron un verdadero espectáculo. Ten en cuenta que los vehículos debían ser anteriores a 1947 y se animó tanto a pilotos como público asistente a vestir de época, consiguiendo una gran sensación de autenticidad. Comisarios con equipamiento vintage y chicas de bandera también fieles al periodo histórico, junto a los postes ajedrezados hicieron el resto para convencer a los muchísimos espectadores de que habían viajado en el tiempo.
"Alors" la obligatoria inspección técnica
tuvo lugar en la pintoresca plaza de la ciudad de Ouistreham, justo en frente del "hotel de ville" (ayuntamiento) y la comisaría local, cuyos ocupantes se mostraron educados e interesados en las actividades. Después de que todo estuvo "controlée" y comprobado, los primeros Pernods ayudaron a empezar la "soirée". De todos modos, con un briefing de pilotos previsto a las 7:30, la noche iba a ser corta, de modo que los excesos no estaban recomendados.
El "soleil" brillaba en el cielo
y las últimas instrucciones se diseron a pilotos de dos y cuatro ruedas, un paseo por la pista, y a las 9:00 en punto la arena empezó a volar. Alternándose en parejas de coches y motos, los competidores corrían el carto de milla (400m) coleteando por la arena seca y ondulada. Esta pista no es tan dura como, digamos, Daytona Beach o Romo, y todos salieron de una pieza, y por supuesto, esa era la gracia. Una vez cruzada la línea, los pilotos debían retornar a la cola de salida para volver a empezar, y exactamente es lo que hicieron.
La pista estuvo ocupada todo el día,
menos en el rato reservado al inevitable almuerzo francés. Los espectadores lo pasaban en grande, los food track y "bistros" de la playa hicieron negocio entre rugidos de motores mientras la jornada llegaba a su punto álgido. A las cinco en punto cayó la bandera a cuadros concluyendo un día emocionante y sin accidentes. "Chapeau!" La peña cambió el chip de modo carrera a juerga inmediatamente, y Ouistreham vivió unas cuantas horas de fiesta nocturna.